Día Mundial del Cáncer de Cuello Uterino: te recordamos la importancia de los controles ginecológicos
Se conmemora el 26 de marzo y tiene como objetivo concientizar a la población a fin de reducir el riesgo de desarrollar esta patología o detectarla de manera precoz. Según investigaciones citadas por el Programa Nacional de Prevención del Cáncer Cérvico Uterino, se trata de una enfermedad que se desarrolla con mayor frecuencia en las mujeres a partir de los 40 años. Implementando correctas estrategias de tamizaje, es un tipo de cáncer prevenible.
En el marco del Día Mundial del Cáncer de Cuello Uterino, desde Fundación Intecnus nos sumamos a las acciones destinadas a generar conciencia en la población acerca de esta enfermedad que se genera en las células del cuello uterino, la parte inferior del útero. Según el Programa Nacional de Prevención del Cáncer Cérvico Uterino, diferentes estudios han comprobado que el Virus de Papiloma Humano (VPH) -una infección de transmisión sexual- es causa necesaria de este tipo de cáncer.
El tamizaje cumple un rol clave en las estrategias para reducir el riesgo de desarrollar esta patología. Se trata de un método de prevención que consiste en detectar -dentro de una población sin síntomas- lesiones precancerosas que si no se tratan pueden transformarse en una enfermedad oncológica. En este sentido, las acciones principales son dos: vacunación y realización de Papanicolau (PAP).
La vacuna protege contra la infección por el VPH. Se incorporó como obligatoria en el calendario de vacunación de Argentina en el año 2011 para las niñas nacidas a partir del año 2000 y, en 2017, se amplió para todos los varones de 11 años, nacidos a partir de 2006. En cuanto al PAP, es el estudio que permite encontrar en el cuello uterino lesiones previas al cáncer.
La Dra. Cecilia Rosas, especialista en Ginecología, Cirugía Ginecológica, Histeroscopía y Laparoscopía en Fundación Intecnus, explicó cuáles son los principales factores de riesgo asociados al cáncer cérvico uterino: “La promiscuidad sexual (tener muchas parejas sexuales) y el inicio precoz de relaciones sexuales aumentan el riesgo de contraer una enfermedad de transmisión sexual (ITS). Y cualquier ITS puede venir acompañada de otra, ya que usualmente se da por el uso inadecuado del preservativo”.
La médica agregó que “alrededor del 80 por ciento de la población sexualmente activa, en algún momento de la vida se pone en contacto con el virus del VPH, de manera que es un virus que está muy extendido. Incluso el uso de preservativo no previene contra su trasmisión, ya que el virus puede transmitirse por el contacto entre zonas no protegidas por un profiláctico”.
Sin embargo, Rosas aclaró que “más allá de la presencia extendida del VPH, para que el virus produzca lesiones de alta peligrosidad tiene que pasar algo más: una baja en las defensas provocada, por caso, por el tabaquismo, que disminuye las chances del cuerpo de defenderse contra el virus; o el HIV (sigla en inglés de Virus de la Inmunodeficiencia Humana) que disminuye la inmunidad. Estos escenarios pueden contribuir a que el VPH -si ya está instalado en el organismo- genere una lesión”.
Según el Programa Nacional de Prevención del Cáncer Cérvico Uterino, el tiempo de evolución de una lesión de bajo grado de riesgo hacia un carcinoma de cuello uterino es de entre 10 y 20 años, lo que hace que, mediante los controles adecuados, el cáncer cérvico-uterino sea una enfermedad altamente prevenible.
Controles: qué, cómo y cuándo
Los controles ginecológicos habitualmente se inician al año de haber comenzado a mantener relaciones sexuales y, en mujeres que no hayan empezado a ser activas sexualmente, a los 21-25 años se puede iniciar el tamizaje. La Dra. Rosas aclaró: “Si se cuenta con dos PAP negativos anuales consecutivos y sin lesiones visibles en la colposcopia, se puede hacer el próximo control a los 3 años.” Además, remarcó que “si bien pueden producir alguna molestia, los controles no generan dolor.”
El PAP se realiza con un instrumento médico denominado espéculo. Se toma una muestra de células del cuello del útero que luego observa un patólogo en el microscopio, en busca de alteraciones producidas por el VPH a nivel de las células. En cuanto a la colposcopía, la Dra. Rosas describió que “es el estudio que hacemos con un equipo que se llama colposcopio, un aparato que tiene una luz y aumento para ver a nivel del cuello uterino las lesiones que puede causar el VPH. Habitualmente las vemos como una pequeña mancha.”
Finalmente, la ginecóloga de Fundación Intecnus subrayó que “estos controles que hacemos durante la consulta son importantes porque se puede llegar a detectar una lesión antes de que se convierta en una patología oncológica o bien, permite diagnosticar un cáncer en estadío temprano, con más chances de curación. Es oportuno remarcar que en esta enfermedad resulta fundamental no llegar al síntoma. Eso permitirá un abordaje terapéutico mucho menos agresivo”, concluyó.
Para realizar tus controles en Fundación Intecnus podés solicitar un turno con la Dra. A. Cecilia Rosas, especialista en Ginecología, Cirugía Ginecológica, Histeroscopía y Laparoscopía; y con la Dra. Macarena Aime, especialista en Ginecología y Sexología Clínica.